fbpx

88. 5 errores que pueden arruinar una presentación, y cómo solucionarlos

errores al hacer una presentacion

Si estás leyendo estás líneas es porque tienes que hacer presentaciones regularmente, o te tocará hacerlas de aquí en adelante.

Y como, tristemente, esta materia aún no se enseña todo lo que se debería, aún son habituales las presentaciones mediocres y plagadas de errores cada día en pequeñas salas de reuniones o grandes auditorios.

Pero ¿sabes qué?

A ti no te ocurrirá eso, porque estás a punto de aprender los errores más comunes al hacer una presentación, y lo mejor de todo es que vas a descubrir la solución a cada uno.

No perdamos un minuto más…

1. Olvidarte de tu audiencia

Cuando estaba estudiando en la universidad, recuerdo un señor que nos daba clase de una asignatura de dudosa utilidad llamada protocolo.

El hombre estaba a punto de jubilarse y sus alumnos le importábamos lo mismo que unos guantes para la nieve a un caribeño.

Cada día llegaba a clase, se sentaba en la mesa, apoyaba sus gafas en la punta de la nariz y abría un libro que se dedicaba a leer durante una hora.

Sin pestañear ni levantar la vista para ver si aún estábamos allí o habíamos perecido de aburrimiento.

Tengo muy presente a este señor para recordar cómo nunca debo tratar a la audiencia a la que hable.

Hace poco leí un concepto que me encantó:

Establecer líneas de comunicación con la audiencia al hablar en público.

Y precisamente este error nos habla de olvidarte de tender esas líneas, es como si en el viejo juego de los botes de yogur con un hilo, solo tuvieras tu bote de yogur y le hablaras a él con la esperanza de que alguien te escuche al otro lado.

Al hablar en público tu audiencia siempre es la protagonista y por lo tanto debes asegurarte de que tu discurso no sea un monólogo que te implique solo a ti.

Olvidarte de tu audiencia es:

  • No adaptar tu contenido a sus necesidades o conocimiento.
  • No interactuar con ellos de ninguna forma.
  • O no establecer un contacto visual adecuado, entre otras cosas.

Por supuesto, hay ponentes que dan la misma charla en diferentes sitios y funciona a las mil maravillas, esos grandes speakers que cotizan por las nubes.

O incluso puede que estés pensando en esa persona a las que te tirarías escuchando horas sin necesidad de interactuar, ni para respirar, mientras habla.

Pero honestamente, si eres de los del montón, como yo, tendrás que trabajar para conseguir conectar con tu audiencia, y aspirar a ser uno de esos ponentes top no sé hasta qué punto ayuda o entorpece en el proceso de ir evolucionando como comunicador.

Desde un terreno más realista, te recomiendo que trates de establecer esas líneas de comunicación con tu audiencia cuando te toque hablar en público.

Veamos cómo lo puedes hacer.

1. Establece líneas de comunicación con tu audiencia desde la fase de preparación de la charla

Imagina que quieres hacer ese juego de un hilo con dos botes de yogur. Quizás antes de hacer nada te pares a pensar en qué tipo de botes tendrán mejor resonancia o qué hilo resistirá mejor.

El trabajo de preparación de tu charla es igual.

Analiza a quién vas a hablar y adapta tu contenido a ellas y ellos.

Piensa cuál es su mayor problema y quizás des con una solución que puedes incluir en tu mensaje.

Piensa también en cuanto saben sobre la materia, lo cual te ayudará a adaptar la forma en la que hablas y lo técnico que pueda ser el propio contenido. Así sabrás si es conveniente usar tecnicismos o por el contrario, debes pensar en incluir analogías sencillas para ayudarles a que no se pierdan.

Y desde esa base llegará el momento de plantarte delante de ellas y ellos y poner a prueba tus yogures con hilo.

2. Establece líneas de comunicación con tu audiencia en el momento de hacer la charla

En ese momento debes tratar de interactuar con la audiencia todo lo que puedas.

Si tienes poco tiempo o es una audiencia grande, puedes pensar en interacciones muy básica:

  • Que hagan un pequeño ejercicio con la persona de al lado.
  • Invitar a que anoten algo en uno o dos minutos.
  • Hacer una pregunta retórica que les haga pensar.
  • O simplemente que levanten la mano a una pregunta que hagas y requiera respuesta a mano alzada.

Si tienes más tiempo y, sobre todo, en sesiones de formación o clases regulares creo que debes multiplicar esa conexión todo lo que puedas.

  • Juegos
  • Dinámicas
  • Debates
  • Trabajos en grupo

La lista es infinita y las posibilidades de que conectes con tu audiencia si optas por ese camino, también.

En fin, espero que recuerdes a partir de ahora a mi profesor de protocolo y su decisión de no establecer una línea de comunicación con nosotros como audiencia.

Y piensa en cómo puedes construir tus yogures con hilo, y verás como cuando lo hagas te encontrarás a tu audiencia al otro lado, deseando interactuar contigo como ponente.

2. Falta de estructura

Uno de mis defectos profesionales es fijarme en las estructuras de las charlas que escucho.

A veces voy anotando en un cuadernito los recursos que usa la persona que habla, y sobre todo busco un patrón que haya podido usar para estructurar sus puntos principales.

Y te diré que la mayoría de veces no consigo encontrar ese patrón.

Las ideas van y vienen, se apilan sin sentido aparente, y parece que el ponente simplemente ha ido anotando lo que se le ocurría, casi como si estuviera replicando de forma oral, la manera caótica y muchas veces inconexa en la que pensamos los humanos.

El problema es que tratar de transmitir ideas oralmente requiere justo de lo contrario.

La capacidad de comprender, y sobre todo retener información que tiene tu audiencia es muy limitada.

Y es normal, porque resulta complicado prestar atención, procesar y recordar algo que te está diciendo alguien, que ha tenido todo el tiempo de preparar, cuando tú como audiencia dispones de unos pocos minutos para todo ese proceso de comprensión.

De ahí que si quieres ser efectivo al trasladar tu contenido a una charla, sea indispensable que uses una estructura de hierro.

La más básica de las reglas de la retórica es la menos respetada. Hace más de 2500 años Aristóteles ya nos enseñó que toda pieza de información debe contender lo siguiente:

  • Inicio.
  • Desarrollo.
  • Conclusión.

En el inicio adelanta de lo que vas a hablar, en el desarrollo cuéntalo de forma más extensa y en el cierre recuerda de lo que has hablado.

La versión de bolsillo sería algo así:


Inicio
Hoy voy a hablaros de peras, naranjas y manzanas:

Desarrollo
1. Las peras son irregulares.
2. Las naranjas tienen vitamina C.
3. Las manzanas son muy sabrosas.

Conclusión
Hoy os he hablado de peras, naranjas y manzanas.


Con esta sencilla estructura mejoraría el 80% de las charlas confusas que has podido presenciar, te lo aseguro.

¿Es esta la única manera de estructurar un discurso? No.

¿Debería ser probada y dominada por cualquiera que hable en público más de dos veces en su vida? Absolutamente.

Hace unos años me dio por aprender a hacer fotos.

Entre los muchos libros que leí encontré una frase que se me grabó a fuego y creo que es aplicable para casi cualquier habilidad que aprendas, por supuesto, también para la oratoria.

Dice así:

La técnica hay que aprenderla para luego poderla olvidar.

3. Falta de ensayo

Me gusta preparar mis intervenciones cuando tengo que hacer una presentación, le sigo teniendo mucho respeto a hablar en público y aún le tengo más respeto a la audiencia, en el sentido literal de la palabra.

De ahí que me produzca rechazo la gente que levanta la barbilla y fanfarronea diciendo:

  • Yo no me preparo mis charlas.
  • Lo peor es ensayar porque no suenas natural.

¿Hay personas que no preparan sus charlas y son capaces de hablar de forma magnética durante horas en un escenario? Por supuesto.

Si eres una de ellas quizás en este artículo no hay nada para ti, deja de leer y dedica este rato a limarte las uñas u ordenar, de una vez, el zapatero de la entrada.

Pero si eres del montón, como yo, lo mejor es que trabajes duro si quieres aprender a hablar en público mejor que la media.

Y ensayar tus intervenciones es el mejor camino para conseguirlo.

La primera vez que salga el contenido de tu discurso por tus labios nunca debe ser el momento en el que tienes a tu audiencia ya delante.

Si te has preparado bien el contenido teniendo en cuenta lo dicho en los puntos 1 y 2, lo tendrás listo para pasar a la fase de ensayo.

Una manera efectiva de ensayar un discurso es la siguiente, que consta de 3 pasos:

1. Empieza por leer en alto.

Si es un guion completo porque la charla es corta léelo entero, y si habrá partes que digas con tus palabras, hazte unas notas y ve recitando el contenido, sentado, de pie o incluso caminando.

2. Grábate en vídeo

Una vez tengas todo, o parte del contenido interiorizado como para poderlo decir sin guion grábate, y así verás cómo suena el discurso y cómo se refleja en tu comunicación no verbal (y podrás hacer correcciones, por supuesto).

3. Preséntale el discurso a alguien

Busca alguien de confianza a quien le puedas presentar el discurso, házselo y que te de feedback. Con lo que te diga decide si implementas las propuestas o no.

A partir de ahí, la milla extra, que suelen decir los anglosajones, te la dará la capacidad que tengas de ensayar, ensayar y ensayar:

  • En casa.
  • De camino al trabajo mentalmente mientras vas en metro.
  • En la ducha mientras te frotas detrás de las orejas.

Cuanto más ensayes, mejor, así de simple.

En mi caso, ¿ensayo todos mis discursos de esa forma? No.

¿Ensayo los discursos que son muy importantes o pueden tener un impacto profesional de esa forma? Absolutamente.

Te invito a reflexionar sobre lo que quiere decir lo anterior para ti.

4. Confesar lo que el público no debe saber

Hace un tiempo estaba formando a un grupo de jóvenes en oratoria entre los que se encontraba un chico que se llamaba Ángel.

Ángel no paraba de decirme que no valía para hablar en público, a lo cual yo le respondía que creía que se equivocaba.

No fue capaz de hacer un ejercicio que le propuse delante del resto de la clase porque se bloqueó.

Lo que hacía era empezar a hablar, y auto interrumpirse para contarnos lo que se le pasaba por la cabeza en cada momento.

Como sufría las consecuencias del miedo a hablar en público lo que se le pasaba por la cabeza no eran precisamente mensajes de ánimo para sí mismo, sino más bien frases auto saboteadoras.

Quería hablar de criptomonedas, y su intervención fue algo así:


Las criptomonedas son muy famosas ahora…

No, a ver, qué tontería he dicho…

Las criptomonedas las hacen los bancos…

Bueno, no son de bancos, empiezo otra vez…


Después de un par de frases del estilo se quedó en blanco y lógicamente, no extendí su sufrimiento y se sentó con cara de frustración.

Sutilmente le dije que si le apetecía se quedara unos minutos después de la clase solo conmigo. Y así hizo.

Me senté delante de él y yo sería su única audiencia.

Le propuse un ejercicio con un único objetivo: no podía decirme nada de lo que se le pasara por la cabeza, ningún comentario privado ni pensamiento intrusivo, solo quería escuchar contenido sobre criptomonedas.

Le costó 3 o 4 intentos pero al final lo consiguió. Sustituyó esas palabras vacías y saboteadoras por otras relacionadas con su mensaje. Nada especialmente interesante y algo errático, es normal, estaba improvisando, y en realidad daba igual.

Le choqué la mano, le felicité y me dio las gracias, y en ese momento supe que le había ayudado.

Y así, reafirme mi idea de lo importante que es no decirle a tu audiencia lo que no necesita saber.

Tú debes medir lo que quieres o no quieres compartir con ella, la vulnerabilidad puede ser una herramienta muy potente, pero si dudas, quizás mejor que entrenes a no confesar cosas del tipo:

  • Perdón, no he tenido tiempo de preparar la charla.
  • Es que estoy muy nerviosa.
  • Voy a pasar estas diapositivas porque no nos da tiempo a ver este contenido.

Voy dejarte con una frase que resume la historia de Ángel, y que espero te ayude a recordar esta idea de aquí en adelante:

Si vienes a hablar de criptomonedas, habla de criptomonedas, y punto.

5. Contenido muy intelectual y nada emocional

Este error tiene bastante que ver con el primero que hemos comentado, el hecho de olvidarte de tu audiencia.

Generalizar siempre es tratar de simplificar lo complejo para hacerlo comprensible, pero permíteme que lo haga desde mi experiencia.

He conocido muchas personas con perfiles técnicos que al hacer presentaciones se escudan en lenguaje aséptico y carente de calorcito o la más mínima humanidad, casi como narrando una receta.

Mentes muy rigurosas que piensan:

Esto que digo está bien, así que es lo que tengo que decir.

Y si, la información es correcta y objetiva pero acaba pareciendo una narración de Siri.

Repito, no son todas las personas con esos perfiles, he conocido ingenieros con alma de humanista capaces de conectar con sus emociones y transmitirlas de forma brillante.

Quedémonos solo con la forma en la que pueden representar esta idea del contenido intelectual vs el emocional.

Porque este es un error en el que podemos caer todos.

Quieres mostrar que sabes mucho sobre lo que hablas e incluyes datos y estadísticas, tecnicismos y palabras rimbombantes.

Si intuyes que puede estar pasándote esto, te nimo a que empieces a pensar en cómo puedes incorporar contenido cálido y emocional en tus charlas.

Creo que este tipo de contenido puede convivir perfectamente con el intelectual, en una combinación muy elegante y apreciada por tu público.

Y esto puedes lograrlo desde el lenguaje, te dejo algunas ideas:

1. Si estás hablando de ti incluye estructuras que denoten emociones o sentimientos

  • Me sentí de esta forma.
  • Me emocionó.
  • Estuve muy triste en aquella época.
  • Supuso una enorme alegría.
  • Nunca me he sentido más orgulloso.

2. Si estás hablando de la audiencia haz lo mismo pero relacionado con ella

Vincúlate con sus problemas desde la emoción, interpelándoles con lenguaje del tipo:

  • Puede que estéis frustrados.
  • Entiendo cómo os sentís ahora mismo.

También puedes contar una historia de alguien que ha pasado por lo mismo, explicando cómo se sintió y relacionándolo la con la audiencia.

Por último, he escrito en Google “emociones básicas”, y una de ellas era alegría, entonces he escrito alegría y le he dado a imágenes y todas, absolutamente todas mostraban una persona riendo.

La mejor manera de que tu audiencia se alegre es el ingenio, la sorpresa o el humor, así que asegúrate de incluir buenas dosis de todo ello en tus charlas, porque:

¿Quién no quiere hacer sentir alegría a la gente a la que le habla?


presento.es, plataforma hablar en público

Descubre tu membresía gratis con decenas de vídeos y otros recursos que te ayudarán a hablar en público y comunicar mejor.

Comenta

No publicaremos tu email.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>