¿Quieres presentar un evento en el que los ponentes serán divulgadores científicos?
Cuando me propusieron este trabajo sentí una mezcla de vértigo y motivación.
Era todo un reto, la primera vez en realidad que me pagarían profesionalmente por presentar un evento, y la verdad es que me sentía inquieto y animado a partes iguales.
También me generaba mucha curiosidad el hecho de que se tratara de divulgación científica.
Respondí el habitual y poco meditado…¡por supuesto!, y entonces comencé a recapacitar.
Aparte de la capacidad de transformar estados de ánimo, la comunicación (especialmente hablar en público) me apasiona cuando veo alguien que consigue explicar conceptos complejos de forma sencilla.
Cuando eso ocurre, simplemente abro los ojos, mi mandíbula se cae, y pienso…¡tiene un superpoder!
De acuerdo, no me refería a ese tipo de superpoder ?, pero mola ver a Spiderman leyendo, ¿verdad?
La transmisión del conocimiento al hablar en público
Cada vez creo menos en la enseñanza o transmisión de conocimiento a través de otras dinámicas que nos sean la práctica, y aún así, asumo que la teoría o el consumo de contenido unidireccional puede ser efectivo.
De otra forma, no tendría sentido que leyera libros sobre comunicación, y tampoco que estuviera escribiendo este artículo.
Y cada vez que pienso en divulgación científica, me recreo pensando que una brillante investigadora con un gran cerebro que funciona seis marchas por encima del mío, llegará con sus cristalinas explicaciones respecto al trabajo que hace en física cuántica, y me hará ver lo relevante que es su tarea en mi día a día.
¿Te ha pasado alguna vez?
Esa sensación de quedarte absorto toda una charla, y las ganas incontrolables de googlear todo lo que acabas de escuchar.
En ese ponencia idílica, la investigadora hablará de una forma amena en la que el tiempo de su presentación pase a la velocidad de un capítulo de Juego de Tronos.
Con esas expectativas fuí al evento de divulgación científica que presentaba, a medir, quizás de forma injusta, la capacidad que tendrían los ponentes de llegar a ese nivel.
La realidad se alejó bastante de mi evento ideal, y entre muy buenos detalles de los ponentes, se percibía un amplio margen de mejora.
Técnico (cómo hacer presentaciones), y conceptual (cómo estructurar y presentar su mensaje).
Ambos se aprenden, pero la parte técnica muestra tal vez lo poco que se enseñan, en la época educativa, técnicas para hablar en público.
Lo referente al mensaje tiene más que ver con el ejercicio de adaptar el contenido a la audiencia, y con un fenómeno que aparece habitualmente al hacer presentaciones técnicas.
La maldición del conocimiento
Se trata de un sesgo cognitivo, que se produce cuando un individuo, en comunicación con otras personas, sin saberlo, supone que los otros tienen los antecedentes necesarios para entender lo que dice.
En resumen, cuando crees que tu audiencia sabe mucho sobre un tema y en realidad no es así, con lo que tu información les resulta difícil de seguir y desconectan.
En el libro El arte de Explicar, Lee Lefever propone de forma muy visual que imagines el conocimiento de tu audiencia en una escala, por ejemplo, del 0 al 10, y ubiques a ese público donde le corresponda en base a su conocimiento, donde 0 puede ser que no saben nada, y 10 que saben mucho sobre el tema.
En el caso de las presentaciones del evento de divulgación al que me refería, los investigadores ubicaban al público una y otra vez en esa escala en números demasiado elevados, y daban sus explicaciones a ese nivel.
Puedes imaginar lo que ocurría, ¿verdad?
Cómo adaptar el mensaje de una presentación para asegurarte de que la audiencia lo comprenda
La capacidad de retentiva de las personas es limitada, de hecho, nuestra memoria de trabajo puede retener de 3 a 5 conceptos a la vez como máximo.
Esto no son buenas noticias si lo que pretendes es crear un mensaje memorable, y desde luego se complica aún más si entra en juego la maldición del conocimiento.
De ahí que sea tan importante dedicarle tiempo a la creación de tu mensaje, y a los recursos que utilizarás para transmitirlo.
Si creas tu contenido desde un punto de partida que tenga en cuenta lo siguiente, seguro que tus probabilidades de éxito aumentan:
1- Simplifica tu mensaje
En general tendemos a crear mensajes demasiado complejos al hablar en público.
Puede que sea porque tú como ponente los entiendes claramente, pero no consigues transmitirlos de la misma forma, porque quieres que se note que sabes del tema o porque tienes tantos conocimientos que “te da pena” no hablar de esto, o aquello.
En cualquiera de los casos, el camino te lleva a la desconexión de tu audiencia respecto al mensaje, y casi en todos se soluciona simplificando la forma en la que lo explicas.
Simplicidad no quiere decir banalidad, puedes hablar de conceptos complejos o abstractos y transmitirlos de forma sencilla de entender, y de hecho, hacerlo es todo un arte.
El mencionado Lee Lefever se dedica a crear vídeos explicativos a través de la empresa Common Craft, consiguiendo encapsular conceptos complejos en explicaciones simples:
2- Conoce a tu audiencia
Es vital que para adaptar tu mensaje a alguien, sepas quién es en realidad “alguien”.
Al hablar en público, esto se consigue ideando un perfil de la audiencia ante la que hablarás, ya que no es lo mismo encontrarte ante cirujanos, que estudiantes de bachiller.
¿Suena obvio, verdad?
Pues, a partir de ahora, analiza las veces en las que asistes a ponencias cuyo mensaje no se adapta a la audiencia.
Y para que eso no te pase a ti, anota estos consejos:
- Habla con la organización para que te den información sobre el público
- Asiste a ponencias similares para ver qué perfiles encuentras
- Habla con alguna persona que represente la audiencia que te encontrarás
Puedes encontrar un método más extenso para conocer a tu audiencia, y su aplicación sobre un ejemplo concreto, en el curso Cómo Crear un Discurso Paso a Paso.
Respecto al último consejo, hay incluso algo mejor que puedes hacer…
3- Busca alguien de tu audiencia potencial y preséntale tu discurso
Si has definido medianamente el perfil de audiencia que tendrás, puedes ir más allá y buscar un integrante de ese público, para presentarle tu discurso, pedirle feedback sobre él y evolucionarlo a una mejor versión.
Respecto al mensaje, te interesa saber qué es lo que mejor se entiende y aquello que resulta más confuso, preguntándole para ello sobre los momentos en los que más le ha costado seguirte.
De la información que obtengas, analiza qué recursos (metáforas, historias etc.) has utilizado para hacer que las partes más claras funcionaran, y adapta tus partes complejas integrando esos mismos recursos.
¿Me he explicado?
Espero que el mensaje de este artículo haya sido claro, sencillo y adaptado a tu nivel de conocimiento, si no, habré fallado, quizás contagiado por la maldición del conocimiento.
Para que no sea así, recurriré al efectivo método del resumen y la repetición, con lo que recuerda:
- Simplifica tu mensaje para asegurarte de que tu audiencia lo comprende
- Conoce quién es en realidad esa audiencia buscando información previa
- Busca a algún miembro de esa audiencia y preséntale antes tu discurso
Y ahora, por supuesto, me toca pedir feedback.
¿Qué es lo que más claro te ha quedado de este artículo?, ¿por qué?
Y lo que es aún mejor…
¿Necesitas que explique algo de otra manera?, y si es así, ¿qué?